Este año nos hemos alegrado mucho de estar entre vosotros con nuestros cuatro hijos. Esta es la breve reflexión que os enviamos de estos días.
La invitación de Pedro José tardó en materializarse más de un año, pero al fin nos decidimos y pudo ser. El AVE fue el medio utilizado, era la primera vez que viajaban en él nuestros hijos.
Tan solo sabíamos que al llegar a Madrid nos recogería un tal Luis, con el que habíamos hablado por teléfono, y que nos conduciría a su casa para alojarnos la primera noche. Allí nos esperaba su mujer (Espe) y sus dos hijos (Marta y Pablo).
Sin duda, este matrimonio de la comunidad Asha plasmó en aquella casa todo lo que habíamos escuchado durante los días siguientes. Abrían de una manera completamente desinteresada y generosa sus puertas y su vida a esta pequeña familia que somos y, de alguna manera, también a nuestra comunidad (Asís). Compartimos la oración, el descanso, las experiencias de fe, de vida comunitaria, la educación de nuestros hijos, las dificultades y alegrías de ser familia, comunidad e Iglesia.
Al día siguiente, una vez comenzamos el encuentro, la novedad fue una nota característica, casi no conocíamos a los demás, todo resultaba extraño, pero parece que había algo “en común” que nos iba uniendo, una misma fe. La verdad es que quedaba claro cómo Dios nos hace a todos diferentes, dentro de esa igualdad radical de la especie humana, pero la “diversidad de dones y la diversidad de carismas” era patente.
A nuestro juicio, las ponencias que más nos llegaron fueron la charla de Pepa y la del carmelita Francisco Brändle, charlas llenas de vida y espiritualidad encarnada. Ellos nos mostraron cómo crear familia orando y trabajando sin que hubiera división; una y otra cosa unidas en el ser cristiano. Sólo ellos transmitieron ese Espíritu que nos une, sólo ellos mostraron en sus palabras la fuerza que tiene Jesucristo, Hijo de Dios Vivo. Sus vidas eran unión íntima con Dios y con el hermano, entregando su vida realmente, en lo concreto y cotidiano. Sus palabras y gestos no quedaban vacíos, su vida los respaldaba.
Fue un tiempo de encuentro con otras comunidades, de descubrir nuestros elementos compartidos, pero también nuestras diferencias, lo que nos hace pobres y lo que nos enriquece, de ver cómo nuestras vidas están entrelazadas sin saberlo, hablando y cruzando personas y momentos concretos que teníamos “en común”.
Nuestros hijos se llevaron una grata impresión al ver que, de alguna manera, había otros niños como ellos, que nuestros pequeños no eran tan raros como podían pensar. Al venir desde Málaga deseaban que nevara y hasta eso conseguimos.
Pero, ¿qué hubiéramos deseado que no tuvimos? Los niños podían haber tenido también “su asamblea” ofreciéndoles, dependiendo la edad, nuestra fe cristiana. Podían haber visto alguna peli de valores o de historias de la Biblia, dinámicas con algún tema concreto de nuestra fe, teatros en base a la solidaridad, etc… Entendemos que el Señor nos ha dado un regalo con nuestros hijos y el tiempo que estén entre nosotros han de “mamar” nuestra fe. Es cierto que el testimonio y el ser testigo es lo que tiene mayor peso, la hipocresía no “lleva a la fe”, lo que decimos con los labios debemos manifestarlo con nuestras vidas. Pero también es cierto, que el verdadero testigo demuestra en todo momento esa unión íntima con nuestro Dios y la ofrece a otros sin esperar que el Espíritu Santo lo haga todo, sino propiciando desde pequeños el encuentro con Cristo. Creando ese sustrato de valores, libertad y conocimiento que les será imprescindible para la toma de decisiones en la edad adulta.
Fue un encuentro en el que nos sentimos estimulados y alentados, cuidados por Cristo, acogidos y aceptados en la fraternidad de la fe por todos vosotros, con un enorme deseo de valorar el tesoro que se nos ha regalado. Tan sólo la “Verdad nos hace libres”, la búsqueda de esa Verdad nos lleva a caminos de encuentro y de diálogo, desde el respeto, con otras confesiones, religiones o formas de espiritualidad, pero el desconocimiento o la minusvaloración de la cristiana nos hace perder las raíces de nuestro ser más profundo y la oportunidad de encontrarnos con quien es “el camino, la verdad y la vida” de nuestra existencia.
NATY Y SERGIO. COMUNIDAD ASIS.
miércoles, 12 de junio de 2013
311. Un testimonio del Encuentro de Guadarrama
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