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miércoles, 5 de mayo de 2010

260. ¿Por qué compartimos? Razones para dar.

Hola familia!

Al hilo de lo que estuvimos tratando en los grupos de trabajo del encuentro de Guadarrama, respecto a acercarse al Pobre, y vivir el dinero de manera cristiana, me ha parecido bien compartir una reflexión que un hermano de nuestra comunidad Presencia nos ha enviado. Creo que puede darnos mucha luz. Aquí dejo su aportación:

A raíz de haber llevado recientemente nuestras aportaciones al banco de alimentos de S. Rafael, y también ropa usada a la asociación “En la Brecha ”, me han surgido unas reflexiones sobre posibles motivaciones para este dar y compartir (no sólo en la gente de la Comunidad, sino en la gente en general). Os las envío, por si a alguien le apetece leerlas y le son de ayuda. El tema de la austeridad es recurrente en nuestras vidas (¡y menos mal!)

- Hay quien da porque le resulta importante tener una buena imagen (ante los demás y ante sí mismo). Ya hace mucho más que quien no mueve un dedo y le da igual…
- Hay quien da porque al hacerlo se siente bien (seguramente, relacionado con que su conciencia se tranquiliza). No es poco: en una sociedad del bienestar donde todo vale para sentirse bien (centros spa, wellnes, “cuídate a ti misma”, “dedícate tiempo”, “tienes derecho”, “tú te lo mereces”, “porque tú lo vales”), elegir modos de sentirse bien volcándose en los demás significa mucho.
- Hay quien da porque es su forma concreta de luchar por un mundo más justo y solidario desde su realidad, su granito de arena.
- Hay quien sabe que ha sido bien tratado por la vida. Vive agradecido por lo recibido y sabe que ahora le toca compartir con quien ha tenido peor suerte.
- Y hay quien, a pesar de todo, aún no ha perdido la sensibilidad y ve, en el rostro de quien sufre, la dignidad profunda de la persona. A menudo, sin razonamientos ni palabras: simplemente le “afecta” en el corazón ¡Qué envidia, qué suerte! Para ellos, dar, aunque saben que no soluciona la raíz de los problemas, es más que un deber, es todo un signo, es lo que les hace más humanos.
- Hay quien además, es creyente y se esfuerza por vivir coherentemente con lo que Dios pide y Jesús vivió: amar al prójimo, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento…
- Hay quien da y comparte porque es su modo de seguir a Jesús, de contestar a la llamada a construir el Reino. En el rostro del pobre percibe a su hermano. La frase del Padrenuestro “Danos hoy nuestro pan de cada día” ya no se le queda hueca, se le hace verdad por dentro, porque colabora con ello.
- Hay quien al leer las parábolas de Jesús sobre el Reino va descubriendo su dinámica misteriosa: Dios va haciendo, a su manera, no hay proporción entre lo que uno pone y lo que al final resulta… Por eso da, y al hacerlo, se siente instrumento de ese Reino que no le pertenece a él, sino a Dios.
- Hay quien al dar y compartir, más allá del hecho en sí, percibe que hace la voluntad del Padre. Y lo suyo es vivir en obediencia de amor.
- Y también hay santos. Estos tienen suficiente libertad interior para saber que dan paso al señorío de Dios cuando hacen cualquiera de estas cosas, o todas a la vez, o según el momento:
Dar. Lo mucho y lo poco. Normalmente, no sólo dan cosas materiales, sino que se dan a sí mismos. Porque aman. Sin muchos razonamientos, porque el corazón ya no puede hacerlo de otra manera. Como una madre se da a su hijo.
No dar. Pero sí pedir a Dios por los necesitados. Porque esperan y confían en que Dios saque su brazo por ellos, y lo piden decididamente porque no dependen de que se cumplan sus expectativas.
No dar ni pedir. Pero sí creer en que la última palabra sobre la realidad la tiene Dios. Más allá de los esfuerzos y los resultados, de los éxitos y los fracasos, de los buenos deseos y de la frustración, de la efectividad de las obras.
Se les nota porque todo lo hacen con la misma alegría, la de quien está fundamentado en la fidelidad de Dios, vive de su promesa y sabe que estamos en buenas manos.

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