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sábado, 19 de abril de 2008

35. La crisis del hambre

Aunque todavía parece que nadie se alarme seriamente en nuestro mundo privilegiado, parece que empiezan a verse signos incuestionables de una gran crisis mundial de alimentos. En el origen se encuentra el aumento desorbitado en todo el mundo del precio de alimentos vegetales básicos, sobre todo cereales, debido a la demanda de materia prima para la producción de biocombustibles impulsada por la subida del petróleo, y unida a las sequías efecto del cambio climático. Al mercado globalizado (con su famosa "mano invisible") le da exactamente igual si los alimentos los engullen los humanos o las máquinas, se limita a dárselos a quien mejor los paga. Como resultado de esta indiferencia, el hambre se extiende como una plaga por las regiones más desfavorecidas del globo. Los pobres no pueden pagar su comida, y ni siquiera la ONU puede llegar con su presupuesto a pagar el alimento que necesitan los 71 millones de personas que en todo el mundo mantiene con su Programa Mundial de Alimentos.

Los progresistas y ecologistas que apoyaron con entusiasmo la producción de biocombustibles (a pesar de que nunca estuvieron claras sus ventajas de cara al cambio climático) ven ahora con horror (e imagino que con sentimientos de culpa) las consecuencias de su apuesta.
En Méjico, Indonesia, Mauritania, Marruecos, Yemen, Haití, Guinea, Mozambique, Senegal, Camerún o Burkina Faso la gente protesta por el precio del maíz, del arroz, del pan... protestas que se están saldando con cientos de detenidos y decenas de muertos.

Así comenzaba una noticia que publicaba hace unos días EL PAIS:

"De Puerto Príncipe a Kabul, pasando por El Cairo o Manila, millones de pobres del mundo padecen el azote de la descomunal subida del precio de
alimentos básicos como la leche, el arroz o el pan. Los desajustes del mercado
global les han arrebatado la subsistencia y se han lanzado a la calle en masa
para exigir a sus gobiernos una solución a la mayor inflación alimentaria de la
historia, que amenaza con la propagación de revueltas hasta ahora aisladas.
"Hemos aprendido de la historia que este tipo de situaciones a veces acaban en
guerras", advirtió el pasado fin de semana el director del Fondo Monetario
Internacional, Dominique Strauss-Kahn."

Un ejemplo paradigmático es Swazilandia. Es este país, mientras casi la mitad de la población se enfrenta a una hambruna que sólo la ayuda internacional puede paliar, el gobierno ha decidido embarcarse en la exportación de biocombustible fabricado a partir de mandioca, el alimento básico del país. Jean Ziegler, el combativo relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación, calificó hace unos meses las políticas de impulso de biocombustibles de "crimen contra la humanidad". Europa, sin embargo, sigue apoyando los biocombustibles y Angela Merkel llegó incluso a culpar hace poco a los propios países en desarrollo de sus problemas de alimentación.

No está clara la forma de salir de esta situación, que ha supuesto en pocos años un retroceso de décadas en la lucha contra el hambre a nivel mundial. Una de las medidas que se llegan a plantear es pedir una moratoria sobre la producción de biocombustibles, que obligue a dedicar la producción agrícola a producir alimentos.
Naciones Unidas ha llegado al extremo de publicar recientemente unas recomendaciones para los países menos desarrollados, aconsejándoles la vuelta a la agricultura tradicional, con métodos más ecológicos y orientada al consumo local, dejando de lado los monocultivos que se les han ido imponiendo por las grandes multinacionales en las últimas décadas.
Sin embargo, algunos otros (empresarios y científicos) aprovechan esta coyuntura para reclamar la eliminación definitiva de las barreras a los productos transgénicos, que asegurán serán la solución. Cuando profetizan una nueva revolución verde como la de los años 60-70 del pasado siglo, olvidan que aunque entonces las cosechas se multiplicaron gracias a la mecanización y al uso de fertilizantes y pesticidas, el hambre en el mundo no desapareció, y que sólo más tarde pudieron verse los daños del uso masivo de estos productos químicos.

Puede encontrarse más información en la web fácilmente, sólo os propongo algunas páginas:

Os pongo, para terminar, un extracto de un texto tomado del blog "Desde el exilio".

"Mientras nosotros en la Unión Europea seguimos soñando con biocombustibles, protección del clima y sostenibilidad, desde nuestros coches con los depósitos llenos de “biodiesel”, la existencia de millones de africanos depende de un plato de maíz o un puré de cereales. Para quienes ya gastan la mitad de sus sueldos en alimentos, el encarecimiento “climático” de los mismos les arroja a la pobreza… o al hambre."

Julio (Montpellier)

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